No hizo falta concierto.
Ningún banco nos dio
periodo de cadencia,
nos dieron las diez y se fue a las doce,
otra esperaba
en un puerto sin luz.
Atada a la barra, intenté olvidar,
tanto que al final, me hice camarera
y el verano siguiente
le di a Sabina mis ojos de gata.
Y nos dieron las diez y una canción.
Con permiso de Los Secretos, esta vez, me quedo con la versión de Sabina y siempre, siempre, todas las veces, con los pueblos con mar.
Buen finde!
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