Me gusta la gente que va de frente, la que olvida la estrategia porque nunca la ha tenido. Igual por eso no aguanto a la gente manipuladora. Entre todas las clases, llevo peor aquella que se sirve de dar pena o lástima. En mi ya medio-larga vida de feminista, una de las cosas que más me ha entristecido ha sido ver cómo algunas mujeres juegan al juego de víctima-verdugo, máximo cuando en ello se utiliza a niños.
"Si suplicas amor, recibirás compasión", dice una frase de no recuerdo quién. Claro que a veces, el dicho viene hasta grande porque no es amor lo que se suplica, es apariencia, seguridad, orgullo o incluso posición económica. De todo esto, el título del poema.
Que nunca elijas ese camino, el castigo suele ser insoportable.
Que sepas distinguir a la víctima-verdugo y el maltrato psicológico, que no caigas en su chantaje. Que enseñes la retirada y nunca la jaula. De ti depende que aprendan a volar o a quedarse en un sitio siendo infelices.
Hoy con cariño a todos los padres que sufren chantaje.
Comerciaba
con la pena,
jugaba
por las noches
atrapando
las estrellas,
las
guardaba en sacos negros
y
tapaba bien el forro
para
no perderlas nunca.
Dominaba
tanto la técnica
hecha
culpa,
que
le dieron el premio
a
la mejor postora.
La
enterraron en pena,
de
la que solo salió
cuando
dejó que por fin,
salieran
las estrellas.
El
cielo por entonces
ya
se había marchitado.
COMPASIÓN Y CASTIGO
No importa cuándo si hoy es todavía. Ed. Cuadernos del Laberinto.
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